"(Todos permanecen sentados. Silencio. Solo se oye a Firs, que farfulla en voz baja. De súbito retumba un ruido lejano, como si viniera del cielo, es el ruido de un cable que se rompe, que se va apagando tristemente).
Liubov Andreievna.- ¿Qué es eso?
Lopajin.- No lo sé. En alguna mina, lejos, se habrá roto el cable de una vagoneta. Pero habrá sido en algún lugar muy distante de aquí.
Gaiev.- Puede que sea un pájaro... alguna garza.
Trofimov.- O algún búho.
Liubov Andreievna.- (Se estremece) No sé porqué, pero resulta desagradable.
(Pausa).
Firs.- Antes de la desgracia ocurrió lo mismo, la lechuza cantó y el samovar se puso a hacer ruido sin parar.
Gaiev.- ¿Antes de la desgracia?
Firs.- Antes de la emancipación.
(Pausa).
Liubov Andreievna.- ¿Se dan cuenta amigos? Ya anochece. Vámonos. (A Ania) Tienes lágrimas en los ojos... ¿Qué te pasa, hija mía? (La abraza)
Ania.- No es nada, mamá, nada.
Trofimov.- Alguien se acerca." (1)
Con este pequeño trozo del segundo acto de El Jardín de los Cerezos nos basta para reconocer, aún en su traducción al español, que Chéjov no solo “escenifica” desde el texto de una manera grandiosa y muy particular, sino que no es gratuito que González Caballero haya encontrado en este autor una propuesta a la técnica del actor que rebasa por mucho el nivel dramatúrgico: reconocemos (y reconoceremos en el proceso del método) aparte de los diferentes niveles de interrelación entre los personajes, una serie de individualidades y caracteres palpables, personajes completamente vivos y con su vida en la escena; vemos también profundos conflictos interiores, un pasado pleno de recuerdos y vivencias; símbolos expresados en palabras y en imágenes propuestas por el autor; atmósferas personales -del grupo mismo que está en escena y una gran atmósfera que envuelve el lugar donde se encuentran-, ¡ambiente! Todo lo que leemos es vida pura y como si fuera poco con simpleza.
Ahí, en ese pequeño texto chejoviano, está el ejemplo del Naturalismo que propone González Caballero explorar y así, adquirir más apoyos para la creación del personaje, con un conocimiento pleno del cómo abordar cierto tipo de propuestas (corrientes actuacionales le llama él) sobre la escena.
González Caballero leyó los textos de Chéjov, los exploró con sus actores en su laboratorio y sacó sus propuestas para convertirlas en los nuevos apoyos de su método; el objetivo en esta parte del método es lograr en la escena lo que el dramaturgo ruso logró grandiosamente en este pequeño trozo texto que damos como ejemplo.
¿Cómo alcanzar ese dramatismo sin caer en un simple manejo mecánico de los apoyos? ¿Cómo interiorizar en el personaje, en su carácter, en sus Zonas del Cuerpo, en su edad, en su historia personal, llenando además una caída que lo sume (y empapa) en un nivel interior muy profundo? ¿Cómo hacer esa vida interior teatral?
A partir de la experiencia misma del personaje, de la creación de una vida propia surge lo que González Caballero denomina “Vivencia del personaje” y como su contraparte (en realidad parte su parte complementaria) una proposición totalmente estructurada para codificar en el actor nuevos Apoyos para su creación y su actuación, lo que él mismo maestro denomina “Forma” o "técnica".
Forma y Vivencia unidas para desarrollar la vida del personaje sobre la escena y hacia la perfección de esa verdad.
(1) Teatro de Chejov. Editorial Progreso. Moscú 1969.
Liubov Andreievna.- ¿Qué es eso?
Lopajin.- No lo sé. En alguna mina, lejos, se habrá roto el cable de una vagoneta. Pero habrá sido en algún lugar muy distante de aquí.
Gaiev.- Puede que sea un pájaro... alguna garza.
Trofimov.- O algún búho.
Liubov Andreievna.- (Se estremece) No sé porqué, pero resulta desagradable.
(Pausa).
Firs.- Antes de la desgracia ocurrió lo mismo, la lechuza cantó y el samovar se puso a hacer ruido sin parar.
Gaiev.- ¿Antes de la desgracia?
Firs.- Antes de la emancipación.
(Pausa).
Liubov Andreievna.- ¿Se dan cuenta amigos? Ya anochece. Vámonos. (A Ania) Tienes lágrimas en los ojos... ¿Qué te pasa, hija mía? (La abraza)
Ania.- No es nada, mamá, nada.
Trofimov.- Alguien se acerca." (1)
Con este pequeño trozo del segundo acto de El Jardín de los Cerezos nos basta para reconocer, aún en su traducción al español, que Chéjov no solo “escenifica” desde el texto de una manera grandiosa y muy particular, sino que no es gratuito que González Caballero haya encontrado en este autor una propuesta a la técnica del actor que rebasa por mucho el nivel dramatúrgico: reconocemos (y reconoceremos en el proceso del método) aparte de los diferentes niveles de interrelación entre los personajes, una serie de individualidades y caracteres palpables, personajes completamente vivos y con su vida en la escena; vemos también profundos conflictos interiores, un pasado pleno de recuerdos y vivencias; símbolos expresados en palabras y en imágenes propuestas por el autor; atmósferas personales -del grupo mismo que está en escena y una gran atmósfera que envuelve el lugar donde se encuentran-, ¡ambiente! Todo lo que leemos es vida pura y como si fuera poco con simpleza.
Ahí, en ese pequeño texto chejoviano, está el ejemplo del Naturalismo que propone González Caballero explorar y así, adquirir más apoyos para la creación del personaje, con un conocimiento pleno del cómo abordar cierto tipo de propuestas (corrientes actuacionales le llama él) sobre la escena.
González Caballero leyó los textos de Chéjov, los exploró con sus actores en su laboratorio y sacó sus propuestas para convertirlas en los nuevos apoyos de su método; el objetivo en esta parte del método es lograr en la escena lo que el dramaturgo ruso logró grandiosamente en este pequeño trozo texto que damos como ejemplo.
¿Cómo alcanzar ese dramatismo sin caer en un simple manejo mecánico de los apoyos? ¿Cómo interiorizar en el personaje, en su carácter, en sus Zonas del Cuerpo, en su edad, en su historia personal, llenando además una caída que lo sume (y empapa) en un nivel interior muy profundo? ¿Cómo hacer esa vida interior teatral?
A partir de la experiencia misma del personaje, de la creación de una vida propia surge lo que González Caballero denomina “Vivencia del personaje” y como su contraparte (en realidad parte su parte complementaria) una proposición totalmente estructurada para codificar en el actor nuevos Apoyos para su creación y su actuación, lo que él mismo maestro denomina “Forma” o "técnica".
Forma y Vivencia unidas para desarrollar la vida del personaje sobre la escena y hacia la perfección de esa verdad.
(1) Teatro de Chejov. Editorial Progreso. Moscú 1969.
El libro del método de actuación de Antonio González Caballero está a la venta solamente a través de Internet, y en dos sitios:
Amazon.com: http://www.amazon.com/Actuación-Antonio-González-Caballero-Spanish/dp/1466261919
CreateSpace: https://www.createspace.com/3677417
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