Monday, August 6, 2007

Reconocimiento de la Segunda Atmósfera (el segundo huevo)

Su nombre común en el método es la Atmósfera de interrelación o segundo huevo. El huevo envuelve (o cubre) a los personajes; en realidad cubre las atmósferas individuales que se “interrelacionan”.

Cada personaje posee una historia individual, consigo mismo y con su cuerpo (Atmósfera individual) y todo ese mundo personal está cubierto por un huevo (el primer huevo); ahora entre los personajes existen atmósferas, una historia que sólo les compete a ellos, sean dos o tres o cinco (Atmosferas de interrelación) y ese es un mundo entre personajes, entre sus cuerpos, un mundo cubierto por otro huevo (el segundo huevo).

"Olga.-Hace exactamente un año que murió nuestro padre, el cinco de mayo, como hoy, el día de tu santo, Irina. Hacía mucho frío, nevaba. Me parecía que no iba a poder soportar tanto dolor, tú estabas desmayada, como muerta. Pero ha pasado un año y ya recordamos aquel día con sosiego, tu vas vestida de blanco y tienes radiante la cara. (El reloj da las doce) También entonces el reloj daba las horas. (Pausa) Recuerdo que durante el entierro tocaban música y en el cementerio dispararon algunas salvas. Nuestro padre era general, mandaba una brigada sin embargo, hubo poca gente. Verdad que aquél día llovía. Llovía mucho y nevaba.
"Irina.- ¡Para que recordarlo!"(1)

Recordemos que en esta escena del inicio de Tres Hermanas también esta el personaje Masha, la tercera de ellas. ¿Podría hablar de la misma manera Olga si las otras personas que estuvieran ahí, fueran dos desconocidas que pasaban por el lugar, personas ajenas a ella?... La claridad con la que se nos proyecta el texto, producto final de la sucesión interior + cuerpo + voz (el A-B-C) en el que las tres hermanas viven, con una situación que únicamente las envuelve a ellas, es la claridad de una Atmósfera conjunta, que solo existe en este caso entre ellas, la Atmósfera de interrelación o segundo huevo. Tenemos la interrelación del personaje Irina con el personaje Olga y con el personaje Masha, con una historia conjunta que las relacionó como hermanas, que las hizo vivir juntas por muchos años experimentando, las tres, la pérdida del padre. El público, aun sin texto dicho en escena, “debe” percibir una relación entre los personajes, tal y como cuando nos introducimos en una casa ajena y percibimos las relaciones de sus habitantes.

González Caballero acostumbraba remarcarnos cómo el segundo huevo era un “resultante” del mundo de interrelaciones del personaje. El contacto con otros seres provocaba una interrelación de atmósferas individuales y que a su vez forman una más. Exprimiendo mi memoria y sin citarlo directamente, hablaba más o menos así: tenemos y formamos con el tiempo un lenguaje propio con otro ser, sea amigo, familiar o aún alguien a quien solo conocemos de vista, y nos formamos una con él, formamos un segundo huevo, una segunda atmósfera de interrelación que reúne nuestra historia, nuestro mundo con aquella persona, poseemos juntos una atmósfera. El personaje desarrolla la frase “Yo y tú”(2)

Ejercicio de reconocimiento
Continúo con la estructura que expuse en el primer ejercicio de exploración de Atmósferas. González Caballero… :

- Primero, siguiendo su estructura de ejercicios de exploración, pedía a los actores que caminaran sin rumbo fijo y buscaran que su cuerpo estuviera dispuesto para la exploración, relajado, etc.

- Después, pedía que realizaran la creación de sus personajes con los apoyos trabajados hasta el momento, dándoles el tiempo necesario de creación. (La señal para informar al guía que el actor estaba ya con todos los apoyos del personaje trabajando era como siempre por parte del actor un tronido de dedos.)

- Una vez con personaje, se iniciaba el proceso de creación de la primera Atmósfera, (que con la experiencia del primer ejercicio de reconocimiento podía ser realizada con más rapidez); la frase “Yo y mi mundo” era una sensación clara de la existencia del primer huevo.

- Una vez costruido el primer huevo se pasaba a la exploración de los mundos de interrelación de los personajes. En general las escenas eran entre dos personajes (máximo tres), así que una vez cada trabajaba con sus atmósferas individuales, se hacía todo un recuento, por parte de González Caballero (el guía del ejercicio en ese momento) de la historia que se podía sacar del texto, entre cada uno de ellos; la historia de sus interrelaciones.

- Después del recuento, digamos "objetivo" que se extraía del tetxo, se pedía al personaje que explorara las frases: “Yo y él”, “Yo y el otro”; o que contestara las preguntas :“¿qué pienso de él y su cuerpo y sus acciones?’, “¿qué pienso que él piensa de mí y de mis acciones?”. Entonces, como en el primer ejercicio ese “mundo” se concretaba en una atmósfera a partir de la sensación de envolverse en un huevo con el otro personaje (o con los otros, en el caso de que fueran más); sentirlo y sentir esa textura de la atmósfera dentro del Segundo huevo. Como una imagen descriptiva podríamos ver dos huevos, conteniendo cada uno a un personaje, envuelto a su vez por otro gran huevo.

- Existían tantas atmósferas de interrelación como personajes había en escena.

-Una vez con las atmósferas en escena, se pedía pasaran la escena completa. Algunas veces González Caballero interrumpía, pidiendo una especie de congelamiento, sin perder el personaje, para remarcar ciertos aspectos de la interrelación que según él fortalecerían la percepción de la Segunda Atmósfera.

- Terminada la escena; se sacaba el personaje y se hacían las respiraciones del final.

- Como siempre venían los comentarios de la experiencia.

Una vez más las aclaraciones del primer ejercicio: No había la necesidad de pasar la escena con una idea de montaje o de “actuarla” bien, sino con la idea de que era una exploración de la primera atmósfera; se hacía énfasis en mantener el huevo recién creado, en “ubicar” claramente la atmósfera personal del personaje. La escena en este caso podía ser muy lenta, o con personajes “actuando” de manera muy aislada o con la sensación de no en el lugar y la acción dramática, incluso podía no dárse del todo una interrelación, pero eso no se veía en absoluto cmo un problema.
Si era necesario, González Caballero aclaraba que no se pensara que la escena “debía” ser actuada así.



(1)
Tres hermanas, de Anton Chejov. Editorial Progreso. Moscú, 1969.
(2) Por supuesto, aclaro, que es sólo una frase de mi memoria y no una cita de una transcripción grabada o ni siquiera anotada en el momento. Fuí alumno de González Caballero durante varios años, además de trabajar a su lado por casi 9 años, así que muchos de esos recuerdos están bien grabados en mi memoria.








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