Thursday, February 24, 2011

El uso de las imágenes en la danza Butoh y en el método de González Caballero como un medio para la transformación y la metamorfosis del artista escénico.


Nota: El siguiente es un texto base para una conferencia futura. Para todas las aseveraciones técnicas (pido disculpas por no ser más concreto ahora con una bibliografía definida): sobre Butoh, remito al lector a los textos teóricos de Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno, mientras que para las del método del González Caballero a las entradas anteriores de este Blog. 

Tatsumi Hijikata
Kazuo Ohno

A. González Caballero


Desde la primera vez que leí sobre el uso de las imágenes para el trabajo del bailarín en la danza Butoh, pensé de inmediato en la similitud con el trabajo de transformación dentro del método de González Caballero, con el paso del tiempo ese 'pensar" en sus similitudes se han convertido en algo mucho más concreto. Sobre ello me expresaré en este texto.

Las similitudes tienen su peligro en los análisis vagos, claro está, así que trataremos de evitarlos o al menos de ser conscientes de ello.

Dentro del método de González Caballero se reconoce el uso de "la imagen y la energía" como la base del trabajo de transformación en un personaje, mientras en el Butoh se reconoce el uso de las imágenes como una trabajo de metamorfosis en el actor. Mientras en el método de Gonzalez Caballero las imágenes sirven para la creación de un personaje, dentro del Butoh sirven para la transformación del ser del bailarín. Los objetivos son distintos, en primera instancia, sin embargo el 'apoyo' (medio) para lograrlo es relativamente el mismo... Es ahí donde creo que las diferencias pueden empezar a perderse y las similitudes adquirir poder.

Prácticamente no hay, que yo tenga noticia clara, otros trabajos técnicos, dentro de las artes escénicas, que utilicen técnicamente la idea de la imagen como medio de transformación concreta, es decir, imaginar algo concreto que entra al cuerpo del artista y lo hace ser otro, sin ser un acto religioso de posesión o de enfermedad psicológica (como la adopción de otra personalidad) o el uso de una imagen como un estímulo de creatividad (como en la pantomima o en el principio de la omisión de la Antropología teatral): el Butoh habla de "honestidad" en el uso y ser de esa imagen, mientras González Caballero habla de "verdad" y "fidelidad" al impulso de esa imagen.

En los dos procesos técnicos hay una "absorción" de la imagen dentro del cuerpo del artista. El método de González Caballero es muy claro en la entrada del personaje desde los pies hasta llenarlo "más allá de la coronilla", aunque una vez que la transformación se ha vuelto un hábito, el personaje-imagen, según palabras de González Caballero, puede entrar por cualquier parte. Dentro del Butoh hay una gran cantidad de ejercicios donde la imagen inicia contacto en los pies del bailarín y lo recorre hasta ser absorbida por el cuerpo, mientras en otros momento varias partes del cuerpo poseen la imagen hasta que lo invaden por completo y entonces "se es la imagen".

La diferencia primordial entre estas coincidencias técnicas, similitudes, radica en la obsesión de González Caballero por usar esa imagen para separar al actor de la vida, emociones y acciones del personaje que ha creado, mientras que en el Butoh el planteamiento simplemente desconoce la idea de esa metamorfosis del actor como un personaje, si no como el cuerpo del artista que es ya otro.

Cuando observamos el trabajo del apoyo "elemento" en el método de González Caballero, el actor debe absorber la imagen y la energía del elemento y dejar que éste transforme totalmente su cuerpo, cambiando sus impulsos, sus acciones y su voz; el elemento entra por lo pies y transforma el cuerpo del actor, pero la práctica de este proceso, según González Caballero, hace consciente la entrada y salida de la imagen y energía del personaje-elemento y esa consciencia evita la identificación total del actor con su imagen, dejándola vivir pero no siendo ella y por lo tanto evitar daños en la psique del actor.

Cuando observamos el trabajo dentro de la técnica de uso de imágenes en el Butoh, la imágenes mismas tiene un poder tal en el artista que las trabaja que éstas se apoderan de él, y sin embargo, la continua repetición del trabajo, la consciencia de la creación de un evento artístico, le hace siempre mantener el control de su danza y de su arte como tal: en el Butoh hay posesión sin serla, se es totalmente, se es honesto, pero se sabe dónde se está y qué se hace... ¿será entonces que nos perdemos en términos y palabras solamente?

Mis cuestionamientos y aseveraciones son un planteamiento para aquellos que trabajan con alguna de las dos técnicas o que, como yo mismo, las han estado explorando en forma práctica en los últimos años. Poco a poco he ido descubriendo que las palabras de Tatsumi Hijikata con sus decenas de imágenes y las de Kazuo Ohno con sus "otros" y sus "fantasmas" pertenecen más al campo de la poesía y al camino para transmitir su idea escénica que a la técnica misma para lograr la transformación. Eso, en todo caso  nos aclararía por qué Ohno y Hijikata fueron maravillosos bailarines y directores de escena mientras González Caballero no. Una diferencia de objetivo final, pero no una diferencia del proceso técnico en sí.

Mis ideas entonces se pierden en elucubraciones a futuro, tal vez descabelladas, sobre la posibilidad de que alguien algún día vea el trabajo técnico de González Caballero, con sus decenas de apoyos para el actor basados en imágenes y energía (posiblemente tan compleja como los manejos técnicos de imágenes con Hijikata), no sólo como un medio para crear personajes, si no como un medio para realizar transformaciones mismas en el artista como tal, metamorfosis, y su proceso lo lleve a enormes descubrimientos y planteamiento de nuevas posibilidades escénicas. 

El método de Gonzalez Caballero, según su mismo creador, tenía sus raíces en la naturaleza del actor mexicano, y respondía a su cuerpo y a su idiosincracia, pero su resultado ha superado por mucho esa aseveración, es un método universal para el actor que, desde mi parecer, debiera ser explorado en todas sus posibilidades artísticas, separándolo, si es necesario, de la tradición de la modernidad que cuenta historias a través de personajes, y dé entonces el paso al otro tiempo, al nuestro, en donde el arte escénico está abierto a todos los lenguajes y a todos los caminos.



Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno bailando juntos en los años 60

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