¿A dónde nos ha llevado González Caballero? Sus proposiciones introducen al alumno-actor a un teatro pleno de imaginación y energía, y le comparte la magia de otros grandes artistas escénicos. La creación de personajes se eleva a la categoría artística más allá de lo que lo hacen otros propositores y nos enseña que muy pocos de nuestros actores han logrado esa capacidad de transformación. Las posibilidades de evolución desde este punto de partida en el actor con la técnica que se ha expuesto creo, resultan insospechables.
González Caballero acostumbraba leernos, para acabar una primera exploración por los caminos de la creación del personaje, algunos diálogos “reveladores” de “Los Gigantes de la Montaña”, última obra de Pirandello, y que para él resultaba ser el testamento creador del dramaturgo:
"...Entre nosotros, señores, hay habitantes de la tierra que no son humanos, espíritus de la naturaleza, toda clase de espíritus invisibles, en las rocas, en los bosques, en el aire, en el agua, en el fuego. (...) Si usted, (...), sigue viendo la vida dentro de los limites de lo natural y de lo posible, le advierto que nada comprenderá jamás en esta casa. Estamos fuera de tales límites, por la gracia de Dios. A nosotros nos basta imaginar e inmediatamente las imágenes cobran vida por sí mismas. Es suficiente que algo viva realmente en nosotros y espontáneamente se representa por obra de su misma vida. Es el libre advenimiento de cada nacimiento necesario. (...) Cuando mucho ayudamos a tal nacimiento con un recurso. (...) El verdadero milagro no será nunca el espectáculo teatral, créame, será siempre la fantasía del poeta, esa fantasía donde los personajes nacen y viven con tal vida que usted puede verlos aún cuando no los tenga ante usted corporalmente. Traducirlos a una realidad ficticia en el escenario, es lo que comúnmente se hace en el teatro. Es el oficio de ustedes."
El oficio del actor, nos decía, es ser un mago, un poeta del escenario. Este actor explora apoyos extraídos de su misma naturaleza, de su mismo cuerpo, presentándole poderes que desconocía:
<<Miren ustedes, así desde afuera. Miren la pared de este frente. Basta que yo de un grito. (Pone ambas manos en torno a la boca y grita.) ¡Hola! (En cuanto él grita, el frente de la casa se ilumina con una fantástica luz.)...>>
Siempre con la imaginación al lado, como un ingrediente primordial, utilizado, canalizado en la posible transformación artística, más una voluntad consciente, para saber ordenarse:
<<A una voz de orden (...) entra lo invisible, surgen fantasmas.>>
Y en esa transformación, reconocíamos que el hombre en el escenario se vuelve un personaje:
<<Ustedes como artistas dan cuerpo a los fantasmas a fin de que vivan.. ¡Y viven! Nosotros hacemos lo contrario transformamos nuestros cuerpos en fantasmas, y también los hacemos vivir.>>
El actor más allá de un simple animador de muñecos, más que un intérprete que aparentemente es dador de vida... Apoyo tras apoyo, logra un conocimiento más profundo del ser propio, de su interior, de sus manifestaciones y, con cada puerta que se abre, el asombro del practicante-explorador resulta mayor:
<<... todo lo que surge de nosotros es una fuente inagotable de asombro para nosotros mismos.>>
Pensar que puede serse tanto a partir del arte escogido, conociendo a partir de su exploración cientos de posibilidades y características que nos llevan a entender que crear es contemplarse completamente como material de esa creación, con lo positivo y negativo de sus propios códigos:
<< Todas las verdades que la conciencia rechaza las hago brotar de los secretos de los sentidos, y también, a las más espantosas de las cavernas del instinto.>>
González Caballero nos aconsejaba acercarnos a la idea del actuar con una nueva de ubicación, nos llevaba a entender la humildad como un valor supremo ante los embates que enfrentaríamos como creadores:
<< Me llaman el mago Cotrone. Vivo modestamente de estas brujerías, Las creo...>>
Aceptando lo grandioso que será el desarrollar su arte dentro de los límites de su cuerpo y contemplando la posibilidad de la no fama, del éxito pasajero, de la necesidad de renunciar, ¿a qué?:
<< Acaso yo también hubiera podido ser una gran hombre, condesa. He renunciado a ello. He renunciado a todo el decoro, a los hombres, a la dignidad, a la virtud, a toda cosas que los animales ignoran, por la gracia de Dios, en su santa inocencia.>>
Cuando se han hablado sobre tantas nuevas expectativas de su oficio futuro, cuando el triunfo de la ficción teatral como nuevo camino de la verdad se acepta,...
<< Jamás se da el caso de decir la verdad con tanta exactitud que cuando se inventa.>>
Viene lo que nunca se olvida, el experimentar con ello:
<<Los disfraces no se escogen al acaso.>>
Nos proponía un último ejercicio (1) : a partir de otra frase de Los Gigantes... (como él le llamaba a la obra), en este caso en boca de Cromo, <<Ahí dentro hay todo un arsenal para las apariciones.>> nos llevaba a ese arsenal, a ese almacén, a que probáramos entre cientos de disfraces, de máscaras, y ahí mismo realizábamos nuestras propias apariciones, inventábamos los personajes que siempre habíamos deseado crear, ¡éramos llevados al lugar de nuestra creación! Había un disfrute, eso tengo en mi recuerdo, y había una sensación de inmensa espiritualidad dentro de mi trabajo creativo.
Al terminar, como siempre las dos respiraciones, para volver a ser nosotros, acrecentados por una experiencia, comentando entonces aquellos disfraces recién trabajados y <<no escogidos al acaso>>.
<< La luz del día se ha apagado. La noche pertenece a los sueños y sólo los crepúsculos son clarividentes para los hombres. El alba, para el provenir, el ocaso, para el pasado. (Levanta el brazo para indicar la entrada en la villa.) ¡Hasta mañana! >>
González Caballero acostumbraba leernos, para acabar una primera exploración por los caminos de la creación del personaje, algunos diálogos “reveladores” de “Los Gigantes de la Montaña”, última obra de Pirandello, y que para él resultaba ser el testamento creador del dramaturgo:
"...Entre nosotros, señores, hay habitantes de la tierra que no son humanos, espíritus de la naturaleza, toda clase de espíritus invisibles, en las rocas, en los bosques, en el aire, en el agua, en el fuego. (...) Si usted, (...), sigue viendo la vida dentro de los limites de lo natural y de lo posible, le advierto que nada comprenderá jamás en esta casa. Estamos fuera de tales límites, por la gracia de Dios. A nosotros nos basta imaginar e inmediatamente las imágenes cobran vida por sí mismas. Es suficiente que algo viva realmente en nosotros y espontáneamente se representa por obra de su misma vida. Es el libre advenimiento de cada nacimiento necesario. (...) Cuando mucho ayudamos a tal nacimiento con un recurso. (...) El verdadero milagro no será nunca el espectáculo teatral, créame, será siempre la fantasía del poeta, esa fantasía donde los personajes nacen y viven con tal vida que usted puede verlos aún cuando no los tenga ante usted corporalmente. Traducirlos a una realidad ficticia en el escenario, es lo que comúnmente se hace en el teatro. Es el oficio de ustedes."
El oficio del actor, nos decía, es ser un mago, un poeta del escenario. Este actor explora apoyos extraídos de su misma naturaleza, de su mismo cuerpo, presentándole poderes que desconocía:
<<Miren ustedes, así desde afuera. Miren la pared de este frente. Basta que yo de un grito. (Pone ambas manos en torno a la boca y grita.) ¡Hola! (En cuanto él grita, el frente de la casa se ilumina con una fantástica luz.)...>>
Siempre con la imaginación al lado, como un ingrediente primordial, utilizado, canalizado en la posible transformación artística, más una voluntad consciente, para saber ordenarse:
<<A una voz de orden (...) entra lo invisible, surgen fantasmas.>>
Y en esa transformación, reconocíamos que el hombre en el escenario se vuelve un personaje:
<<Ustedes como artistas dan cuerpo a los fantasmas a fin de que vivan.. ¡Y viven! Nosotros hacemos lo contrario transformamos nuestros cuerpos en fantasmas, y también los hacemos vivir.>>
El actor más allá de un simple animador de muñecos, más que un intérprete que aparentemente es dador de vida... Apoyo tras apoyo, logra un conocimiento más profundo del ser propio, de su interior, de sus manifestaciones y, con cada puerta que se abre, el asombro del practicante-explorador resulta mayor:
<<... todo lo que surge de nosotros es una fuente inagotable de asombro para nosotros mismos.>>
Pensar que puede serse tanto a partir del arte escogido, conociendo a partir de su exploración cientos de posibilidades y características que nos llevan a entender que crear es contemplarse completamente como material de esa creación, con lo positivo y negativo de sus propios códigos:
<< Todas las verdades que la conciencia rechaza las hago brotar de los secretos de los sentidos, y también, a las más espantosas de las cavernas del instinto.>>
González Caballero nos aconsejaba acercarnos a la idea del actuar con una nueva de ubicación, nos llevaba a entender la humildad como un valor supremo ante los embates que enfrentaríamos como creadores:
<< Me llaman el mago Cotrone. Vivo modestamente de estas brujerías, Las creo...>>
Aceptando lo grandioso que será el desarrollar su arte dentro de los límites de su cuerpo y contemplando la posibilidad de la no fama, del éxito pasajero, de la necesidad de renunciar, ¿a qué?:
<< Acaso yo también hubiera podido ser una gran hombre, condesa. He renunciado a ello. He renunciado a todo el decoro, a los hombres, a la dignidad, a la virtud, a toda cosas que los animales ignoran, por la gracia de Dios, en su santa inocencia.>>
Cuando se han hablado sobre tantas nuevas expectativas de su oficio futuro, cuando el triunfo de la ficción teatral como nuevo camino de la verdad se acepta,...
<< Jamás se da el caso de decir la verdad con tanta exactitud que cuando se inventa.>>
Viene lo que nunca se olvida, el experimentar con ello:
<<Los disfraces no se escogen al acaso.>>
Nos proponía un último ejercicio (1) : a partir de otra frase de Los Gigantes... (como él le llamaba a la obra), en este caso en boca de Cromo, <<Ahí dentro hay todo un arsenal para las apariciones.>> nos llevaba a ese arsenal, a ese almacén, a que probáramos entre cientos de disfraces, de máscaras, y ahí mismo realizábamos nuestras propias apariciones, inventábamos los personajes que siempre habíamos deseado crear, ¡éramos llevados al lugar de nuestra creación! Había un disfrute, eso tengo en mi recuerdo, y había una sensación de inmensa espiritualidad dentro de mi trabajo creativo.
Al terminar, como siempre las dos respiraciones, para volver a ser nosotros, acrecentados por una experiencia, comentando entonces aquellos disfraces recién trabajados y <<no escogidos al acaso>>.
<< La luz del día se ha apagado. La noche pertenece a los sueños y sólo los crepúsculos son clarividentes para los hombres. El alba, para el provenir, el ocaso, para el pasado. (Levanta el brazo para indicar la entrada en la villa.) ¡Hasta mañana! >>
(1) Este último ejercicio daría pie a la extensión exploratoria de los últimos años en el taller de González Caballero. El laboratorio se dedicó a revisar y explorar las fuerzas creadoras antes de la creación misma; la subjetiva técnica con nuestra propia inspiración creadora.
El libro del método de actuación de Antonio González Caballero está a la venta solamente a través de Internet, y en dos sitios:
Amazon.com: http://www.amazon.com/Actuación-Antonio-González-Caballero-Spanish/dp/1466261919
CreateSpace: https://www.createspace.com/3677417
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